Ayer intentaba escribir un relato erótico sadomasoquista, y vi que mi vena CandyCandy me impedía plasmar en prosa las perturbadas fantasías que todos habremos tenido alguna o ninguna vez.
Vale que hablar de sexo ya no es tabú, ni motivo de sonrojo. Ahora tonto quien no lo hable, y desgraciao el que no lo practique. Hablar no hace daño a nadie, y la imaginación y las fantasmadas nos ayudan a socializarnos(si es con un par de cañas, mucho más resocializados).
Y si el sexo es algo tan cotidiano, ¿porque aún no les enseñamos a nuestros padres nuestros relatos eróticos, porque no alquilamos una peli guarra para verla con nuestra abuela el sábado en vez de la mierda del cine del otro barrio. Porque cuando no vienen los colegas de curro de nuestros padres para hacer el vermucito (que no hay nada más español que hacer el vermú) no acabamos hablando de la mejor felación o cunilingus de nuestra vida, o de la barbaridad que oíste el otro día en el metro sobre no sé que de una cucharilla y un kilo de vaselina?
Yo creo que el sexo siempre será un tabú de alguna manera, aunque ahora podamos hablar libremente de ello, podamos acceder a él de manera casi involuntaria (me refiero a los banners, spam e invitaciones a chat privado que te salen en interné). En nuestro interior aun hay una parte que se siente vulnerable cuando se habla en primera persona de temas sexuales. ¿Celosía de la intimidad? No lo sé, yo no soy la Doctora Ochoa.
Tengo un colega que nos diría: “menos hablar y más practicar, menos mirar y más participar, y a ti se te quitan todas las tonterías con un buen polvo” (esto último siempre me recuerda a una canción infantil de Teresa Rabal ¿o era Rosa León?).
Y podría ser que el energúmeno éste tuviera algo de razón, pero yo sigo enrojeciéndome cuando voy al ginecólogo y me pregunta si he mantenido relaciones sexuales últimamente. Y eso que él de esos temas controla más que yo, y nada le va escandalizar.
Y todo esto es para decir olé a los que escriben relatos porno o eróticos, porque hacer literatura de los juegos sexuales no están fácil como parece, y hacerlo con buen gusto es ya, casi, un malabarismo literario.
Plas plas plas! Un Maggggnifica exposición ( póngase acento del poeta de la mus)
Pero que sepas, que eso no te exime de ponerle un poco de picante al culebron, que yo aun me pregunto qué coño fotocopiaria la fotocopiadora, valga la ortodoncia...
esto es una m ierda