Esta mañana no sabía si era apio un sello de treinta céntimos. Así que siguiendo con la casera (a mi la tónica, como que no) otro miércoles de Schopenhauer.
Ahora que ya sabemos quienes somos, toca ahondar en un tema superficial como es ¿De donde venimos? O ¿cómo la gallina cruzó la carretera?
¿Dé dónde venimos? Pues eso depende. Mal empezamos con los depende como me penden, lo sé. Depende de las copas que tomaras ayer a la noche. Si como yo no tomaste ninguna (es mi blog y miento como me da la gana). Venimos de casa. Si ayer volviste a pillar una buena Kurda, entonces vienes del lavabo, menuda vomitada que me has dejado, anda al menos tira de la cadena.
Si esta respuesta no te convence me pondré profunda y te diré que todos absolutamente todos (incluso tú ¡engendro!) venimos del coño de nuestras respectivas madres. A que era mucho más elegante la primera respuesta. Pero esa manía de ustedes de ahondar hasta encontrar la verdad desnuda.
Versión infantil de ¿de dónde venimos? De la clase de los girasoles ¡y del coño de nuestras respectivas madres!