Paloma, fue la tercera de su promoción. Con treinta y pocos ya era la responsable de la sucursal de una multinacional. Levantaba envidias y admiraciones. Era una mujer muy preparada, muy capaz.
Paloma, mujer cultivada, era una mujer maltratada. No vivía en un suburbio. Su marido no era un parado, alcohólico, no pertenecía a una familia desestructurada. No era pobre, no era inculta, era autosuficiente y tenía un nivel de vida alto.
Pero nada de esas cosas la diferenciaba del resto de mujeres maltratadas cuando su pareja la golpeaba con rabia al llegar a casa. ¿Quién podía creer que alguien como Paloma era objeto de malos tratos?
Paloma no engrosa la larga lista de mujeres muertas a manos de sus parejas, pero pudo serlo. Y la gente se sorprende incluso se permite hacer comentarios sagaces al respecto. La historia de Paloma, hacía años que no me venía a la cabeza. Pero hoy he oído un comentario. creía que los malos tratos solo se daban entre heterosexuales lo cierto, es que no fue la palabra heterosexual la que oí. Pero la violencia existe y no entiende ni de clases, ni de razas, ni de sexos, ni de edades.
El ser humano es violento pero se supone que vivimos tiempos civilizados.