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4 de Octubre 2008

Sábado por la mañana

Y se volvió a despertar en aquella habitación que pedía a gritos una buena mano de pintura. Se levantó sin hacer ruido para no despertarlo. Se fue a la cocina y se hizo un café, sonriendo porque finalmente accedió a comprarse la máquina que ella quería y no la que su madre le había sugerido. Comprobó que en la nevera, para variar, no había leche. Fue hasta la alacena esperando que no hubiera leche para poderle echar la bronca, pero había aún 1 cartón. “Esta semana tendrá que ir a comprar” pensó y se dejó llevar por una suma pereza.
Una vez el café estuvo listo, empezó a registrar los armarios en busca de algo dulce con que mojar el café. Sabía, que él siempre tenía de esas tonterías. Las veces que habían ido juntos a hacer la compra, le había reñido (como si él fuera un crío de 13 años) por que en el carro había más tonterías que comida. Pero en el fondo ambos sabían que al final se las acabarían comiendo, porque los dos tenían unos hábitos alimenticios desastrosos. Aunque ella insistiera que solo comía porquerías cuando estaba con él.

Al fin encontró unos donuts de chocolate blanco. Estaba claro que los había comprado pensando en ella, volvió a sonreír y pensó “será tonto”. Se acabó el café y se metió en la ducha, se dio una ducha rápida, no quería que él se despertara y la pillara dentro de la ducha. Le gustaba el hecho que cuando él se despertaba oliendo al sudor ella ya oliera a limpio, y sabía que cuando él la besaba por la mañana siempre se recreaba en ese olor.
Ya hacía medía hora des de que había dejado la cama, y esa noche se habían ido a dormir muy tarde, hasta bien bien un par de horas él no se despertaría. Si ella hubiera estado en su casa se hubiera puesto a limpiar el comedor, pero ni se le pasaba por la cabeza limpiarle el comedor, faltaría más, no era su chacha. Encendió el televisor y lo puso lo más flojo que pudo, aunque sabía que él hubiera continuado durmiendo aunque hubiera puesto la tele a todo volumen. Se maravillaba como alguien podía dormir tan profundamente durante tanto rato.
Tras ver dos capítulos de una serie de DisneyChannel ya comenzaba a estar harta así que se volvió a la cama intentando no hacer el más mínimo ruido para no despertarle. Y él como siempre que ella se quedaba a dormir en su casa se hizo el dormido cuando ella al fin decidió volver a la cama. En un rato se giraría y abriría los ojos para ver como ella se hacía la dormida. Se desperezaría ruidosamente, para que ella pudiera decir eso de “¿qué hora es? Me despertaste” con voz de niña mimosa. Y los dos pensarían que desde cuando se había vuelto aquello una rutina, se quitarían los pensamientos de la cabeza con un beso y se quedarían un rato más abrazados hasta que ella diera un bote y le dijera “mejor me voy ya, que tu hermano regresa esta tarde y aún tengo que recoger a la niña de casa de tu madre”.

<__trans phrase="Posted by"> apio <__trans phrase="at"> 4 de Octubre 2008 a las 08:42 AM


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