La vuelta a la oficina ha sido surrealista.
Llego y pregunto ¿algo nuevo?, ¿algo de chocolate?, ¿algo para jugar?. Y en vez de decirme un Kinder Huevo, me dicen buenos días.
¿Pero que ha pasado aquí? Cuando me fui hace 2 semanas a cualquier parida que soltará se me respondía con un ¡que te calles, ya! o ¡dios!, ¿qué te has tomado ya hoy?. Pero ¿buenos días?
Así que pensando que es que había mucho rencor por algo que había hecho y que habría explotado mientras me encontraba de vacaciones. Me senté y empecé a leer los cientos de emails que se amontonaban en mi buzón de correo. Al cabo de un rato les pregunto ¿algo interesante estos días?. Y me responden, no mucho.
Menos mal que después de desayunar volvieron a ser los de siempre. Se me olvidaba que hasta que no beben sangre son insoportables. Por lo visto en esta semanas han despedido a 2 compañeros, han contratado a uno nuevo pero lo echaron el mismo día que empezó y reubicado a 2 compañeros más.
Menos mal que estaba de vacaciones, que sino seguro que me acaban despidiendo, reubicando o empalando. Y así he sobrevivido a otra crisis empresarial.