Ayer fue una tarde tensa, aquello parecía una peli de Billy Wilder, más que una oficina.
Tras colgar el teléfono y aún mirando el teléfono como si con tan solo mirarlo se pudiera uno comunicar.
-"Así te atropellen en una noche lluviosa y fría y te dejen medio muerta en una cuneta, y un atajo de perros rabiosos al oler la sangre venga y te coman las tripas. Y que unos pájaros asquerosos te saquen los ojos de las cuencas. Y que tus heridas comiencen a supurar y del dolor desees que te peguen un tiro. Y entonces, entonces, llegaré yo y en vez de pegarte ese tiro de gracia, untare de dogshau tus heridas y volveré a llamar a los perros para que acaben de devorarte".
- ¿un cliente turco o uno americano?
- nah, mi madre.
Y parece que aquello destensó las cosas. Pero la tarde continuo siendo una locura.
Y mi jefe no para de repetirme que aún soy muy joven para odiar, pero más tardes como las de ayer y juro que me voy a hacer vieja de golpes. Si de "golpes", no de golpe, porque me las dan por todas partes.