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14 de Marzo 2010

En mi casa. No, en la tuya

El viernes me volví quilla por una noche y al día siguiente ni me reflejaba en los espejos. Sabía que no debía hacerlo, pero me apetecía hacer el gilipollas. Y claro, después se pagan las consecuencias. Si es que ya no tenemos edad para tanta gilipollez. Nos creemos que aun tenemos 15 años, pero nenes nos acercamos a los treinta.
Y aun así de vez en cuando sufrimos amnesia temporal o frontal y se nos olvida el traje chaqueta y hacemos chiquilladas, nos reímos de los pedos del Gorka y gritamos por las calles de una gran ciudad que huele como un gran urinario. Eso sí, al día siguiente en vez de irnos a jugar un partidito de fútbol con los colegas, sacamos la bilis hasta por las orejas y quedamos en un estado de semi-piltrafismo que da penica vernos.
El único consuelo es que todos estaban peor que yo. Y yo no me reflejaba ni en los espejos. Lo peor es que todos esos cuerpos inertes habían acabado en mi comedor. Y no tenía fuerza para echarlos de casa con un puntapié como ellos se merecen. Así que un domingo más comimos pizza fría del chino.
La gente pronto me va a confundir por una camarera más del chino. Siempre que voy allí tengo un aspecto tan malo; piel amarilla, farfullando algo en algún idioma y casi sin poder abrir los ojos.

<__trans phrase="Posted by"> apio <__trans phrase="at"> 14 de Marzo 2010 a las 03:10 AM


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