Ayer me quedé con los sobrinillos de "J". Sinceramente su sobrino me tiene robado el corazón. A sus siete años ya es la resignación en persona. Tiene tan asumido que en esta vida todos van intentar darle de hostias que el otro día le dijo a su madre que no pensaba ir al barbero porque cuando le cortan el pelo los callejones le duelen más.
Púes estábamos Adrìa, Ona (su hermana de 4 años) y yo observándonos los unos a los otros intentando no intercambiar ni una palabra y hacernos sentir incómodos. Cuando la niña estropeó ese momento tan mágico con un "cuéntanos un cuento de princesas". Adrià por supuesto me echó una mirada de resignación. Él sabía que quisiera o no YO le acabaría contando una historia de princesitas, por muy republicana que yo me empecine ser. Lleva 4 años con esa mocosa y ya sabe que cuando algo se le mete entre mini-ceja y mini-ceja no para hasta que se sale con la suya.
Así que nos sentamos en el suelo como los indios y nos dispusimos a perder un rato con cuentos de princesas. El problema es que no me sabía ningún cuento de princesas, así que le acabé resumiendo la trilogía de la guerra de las Galaxias. Leia era princesa ¿no?
La cosa no debió de ir tan mal, porque cuando acabé aplaudió y me dijo que la próxima vez les contaría una de hadas. Estoy planteándome contarle la trilogía de MATRIX diciéndole que Neo era un duende y Triniti una hada del bosque.