Tengo un conocido que es músico. Bueno a él le gusta que le llamemos "artista". Yo me empecino a llamarlo Marcel. Su DNI y su madre no me llevan la contraria en ello.
El hecho es que quedamos todos para ir a comprar un regalito para una amiga que acaba de reproducirse. Y después de esperar al sujeto este más de 40 minutos, decidimos presentarnos en su casa para darle una somanta palos por impresentable.
El tío estaba en el sofá, en lo que deduzco que era su pijama, con la guitarrita esa que te regalan con los cursos de guitarra a distancia y un montón de hojas y cajas de pizza tiradas por...por todas partes.
Nos comentaba que estaba en pleno proceso de creación y que estaba seguro que era cuestión de momentos que surgiera la mayor obra de arte jamás escrita por el ser humano. Con sus corcheas y sus semicorcheas. Esto último lo añadió en mi honor. Siempre le pregunto por como le van las corcheas y las semicorcheas.
Eli que en esto es como una mini-madre para Marcel comenzó a meter las cajas de pizza en una bolsa de basura. Y quien dice cajas de pizzas, dice latas de aquarius, propaganda, tiquets de compras, cleenex (yo jamás hubiera tocado esos cleenex) y otras cosas que aún no me queda claro a que reino pertenecían.
Después de encontrar el otro sofá y unas sillas nos sentamos e intentamos hacerle entrar en razón y despegarlo del sofá. Pero no había manera, estaba adherido al sofá y ensamblado a la guitarra y al lápiz del número 2.
Nos comentaba que tenía una canción que venia revoloteándolo des de hacía dos días, pero que no acababa de cuajar. Nos la tocó, a pesar de que yo insistí que no era necesario. Y he de reconocer que tan mal no sonaba, pero de ahí a obra maestra...
No paraba de decir que había algo que no acababa de casar, pero por más vueltas que el daba no caía en el que.
Mis amigos, que a veces pueden ser GILIPOLLAS profundos comenzaron a sugerirles cosas. Como si todos fueran ahí hijos secretos de Perales. Yo me empezaba a desesperar por momentos. Ninguno de nosotros tiene ni polla de solfeo o el más mínimo sentido de la armonía. Pero ahí estaban en pleno Brain storming. Y ya llevábamos tres cuartos de hora y yo empezaba a impacientarme. No estaba dispuesta a perder otra tarde para ir a comprarle una mini-gilipollez (la hostia de cara, seguro) para al bebé de Susana.
Y cuando vi que el reloj marcaba las siete, mi sentido arácnido se puso a 100. Había que salir de allí como fuera y comprar el primer cacharro innecesario para el retoño. ¡Y había de ser ya!
Así que le cogí la libretilla a Marcel, me la miré como si esperara que la Virgen se me apareciera. Y después le dije: "ponle un par de oh baby aquí y allá" y lo tendrás. En cuestión de canciones los "oh baby" siempre quedan bien. Y ahora que ya está resuelto vístete, dúchate y vamos a comprar un puto baby-gadget para la rata. Antes que el bicho empiece la Universidad".
Por supuesto, ni se vistió, ni se duchó, ni se movió del sofá. Pero al menos sirvió para que los demás se pusieran las pilas y decidieran abandonar al trovador e ir a comprar el regalo, como se había acordado en el inicio. Eso sí, tres horas después de lo previsto.
Espero que cuando tu amigo empiece a cobrar de la SGAE recuerde esos momentos en los que le sacaste de apuros...
Un bico
Posteado por Tuxina - 20 de Mayo 2010 a las 03:34 PM