En los últimos días hemos vivido el caos aéreo, el caos metereológico y la boda de Carmele. El fin del mundo está próximo.
Mi "compi" de piso me cuenta esta mañana que ha tenido una pesadilla horripilante. Si hay gente que sigue utilizando la palabra horripilante, pero mi "compi" no es una de esas.
Resulta que llegaba el Apocalipsis, debía de ser un jueves después de un largo puente, y que el cielo estaba rollo apocalíptico. Ya saben, super oscuro y con pequeñas explosiones lumínicas a lo lejos. En esto que llegan los alienígenas y convierten en zombis a la población mediante la implantación de chips zombíticos en el cogote del personal. Pero mi compi, su familia y una compañera suya de trabajo parecen inmunes a tal microchip.
Sino fuera porque mi compi de piso es Portuguesa y que en la época de "Carlos Jesús" estaba en la Lusitana diría que se pasó de roscas viendo "al Ataque". Pero lo que más le mosqueaba es ¡Que narices hacía su compañera de curro con su familia en una aldea perdida de la mano de dios de Portugal!. Está claro que comer por la patilla, porque se pasaba medio sueño haciendo acopio de provisiones.
El resto de sueño se lo pasaban construyendo una torre de vigía, porque todo el mundo sabe que los zombis ni corren ni escalan, en ese sentido, los zombis son más terrenales. Y también salían robots (pero de los buenos, de los metálicos) que por una extraña razón se pasaban su sueño huyendo de algo.
Al final los alienígenas se ponen chungos y se mueren. Y solo quedan una mezcla de zombis y ghouls y la familia de mi compañera imbuida por el espíritu consumista de las navidades.
Vaya, que si salen ninjas, dinosaurios y Falete hubiera sido una fantástico sueño. Pero ella me lo contaba como si fuera aterrador. ¡Pero si no salía Belén Esteban!