Ayer me cayó una bronca monumental. No, no fue de mis padres. No, no fue de mis compañeros de pisos. No, no fue de mi jefe. Fue de mi entrenador personal.
Después de tres meses, hemos tenido la primera crisis, ya no hay magia entre nosotros. ¿Deberíamos hacer terapia? Y como en todas las relaciones, cuando se discute, la culpa siempre es del otro. Nos habrán jodido, no va a ser nuestra. Joder, con todo lo que cedemos aun será culpa nuestra.
Yo le cedo una hora diaria de mi vida, a veces incluso más, le cedo parte de mi sueldo, y le cedo toda mi paciencia. Venga ya, no me gustan los gimnasios, no me gustan las tablas de ejercicios y sobretodo no soporto que me hablen.
Yo le doy mi tiempo y mi dinero y él me lo agradece con regañinas. Y claro, a mi me enseñaron de peque que "quien paga manda" y no llevo muy bien que encima de pagar esperen que ponga el 100% de mi en todo lo que hago. Pongo mi dinero y mi tiempo, créanme el resto de mi apesta. Sobretodo después de 50 minutos de ejercicio.
Así que dejé que se despachara a gusto y cuando terminó le dije "despedido" y me quite un peso de encima. Claro que como todas las relaciones que recién empiezan, justo después de tremenda pelotera ya habíamos hecho las paces y nos lo habíamos perdonado todo.
Eso sí, yo sigo pagándole y él sigue criticando todos mis gesto y mi falta de energía.
Y mañana empezamos una nueva rutina, tres meses y ya hemos caído en la rutina.