Últimamente Batman está muy pesado. Al principio me hacía gracia. Ya saben un superhéroe llama a tu puerta mola. Pero después de varios días, pues como que ya deja de dar tanta ilusión, se acabó la magia. Además insiste en no quitarse el traje, a pesar de que se perfectamente que es Bruce Wayne. Últimamente ya le llamo Bruce en vez de Bats.
Pero es que estoy perdiendo intimidad, ya no puedo ir en bragas en casa. Aunque el lleve los calzoncillos por fuera. Además, el cabrón bebe mucho café, y ya he tenido que ir 2 veces a la nespresso este mes.
El otro día le mentí, me supo mal, pero tenía que hacerlo. Le dije oye, Bruce que esto, yo tengo que ir a casa de mi madre que es su cumple, tendremos que quedar el próximo fin de semana. Y yo ya estaba dispuesta a pasar un fin de semana pijamero (de la cama al sofá y del sofá a la mesa y de la mesa al sofá y del sofá a la cama, con alguna escala al lavabo, pero las justas) cuando pica a la puerta, joder era Batman.
Tenía la música puesta, por lo que no había manera de hacer como si no estuviera. Abro la puerta, y ahí está él, con unos churros con chocolate, su estúpida sonrisa. Que ganas de haberle cerrado la puerta en los bat-morros. Entra hasta el salón, deja los churros en la mesa y me da un pellizco en la mejilla "cabecita loca, que el cumple de tu madre es a finales de este mes, no a principios". ¡Putas! ¡Y Puto bat-ordenador! Así que, otro fin de semana más con el pelma de Bats. Tengo unas ganas que la temporada de recogida de la cosecha de maíz acabe en can Kent y recuperar mi vida.