Las matanzas es lo que tienen, que cuando empiezas es difícil saber cuando se debe de acabar.
Pero la sangre ya comenzaba a ensuciarle los tobillos, y llevaba calcetines blancos y aquello le iba a costar un huevo de sacar. Dio una patada a un pulmón y comenzó a buscar entre, piernas, brazos, cabezas, intestinos y algunos órganos que bien, bien no sabría que eran, pero seguro que en su tiempo alguna función tuvieron.
Comenzó a silbar, para ver si las encontraba, la pequeña Caroline le había regalado para el día del padre uno de esos llaveros que si silbas suenan, para que no perdiera las llaves.
De repente un fino pitido comenzó a sonar. Venía del almacén, claro allí había empezado todo. Corrió hacía el almacén, pero se resbaló con un coagulo de sangre y casi se rompe la crisma. Afortunadamente, pudo apoyarse en el torso de uno de los cadáveres para no acabar cayendo. Agradeció que el torso estuviera colocado ahí, se rió y pensó en las clases de Feng Shuique su esposa había insistido tanto en apuntarse.
Vaya mierda, el almacén estaba peor que el pub, y es que las parrillas son su debilidad. Siempre soñó con ser un gran cocinero, pero su viejo después de encularlo le decía que aquello era de mariconas, le daba una paliza y se corría en su cena, y pobre de él que no se acabara la cena.
Buscó entre las planchas, la máquina de hacer carne picada, los ganchos, la freidora, vísceras todas las que quisiera, pero las llaves del coche, ni rastro. Volvió a silbar, ahora el pitido era más fuerte. Venía del suelo, genial, estaba todo lleno de sangre y dedos amputados, lenguas y algún que otro pene. De repente, el pipip se hizo más fuerte, fue entonces cuando se temió lo peor. Otra vez no, ya era la segunda vez que el pasaba. Alguno de esos gilipollas se habría tragado sus llaves, vale, él se las había hecho tragar. Si es que cuando empieza a trabajar pierde el mundo de vista. Su mujer no paraba de recriminarle que era un adicto al trabajo, pero no era cierto solo era un trabajador concienzudo. Claro que sus compañeros eran todos unos imbéciles, así que no se extrañaba que su mujer pensara así.
Se remangó la camisa se metió la sortija en el bolsillo y metió su puño en la boca de aquella camarera. ¡Joder! la muy puta se la había tragado y ya estaba su brazo casi en el fondo. Si hubiera empezado por el ano, hubiera acabado antes. Cansado ya, cogió un hacha y abrió en canal a esa cerda. Tenía hambre y quería acabar pronto con todo eso. Al fin, ahí estaban las limpió en el grifo, se puso la sortija, se puso las gafas de pasta que le hacían parecer gilipollas y salió de aquel local que olía a descomposición y a fritos.
La excusa es siempre que el padre les sodomizaba. ¡Pero qué iban a hacer ellos si los vestían como putas!
Posteado por Jake - 12 de Noviembre 2006 a las 12:54 AMhas pensado en guionizar Saw4?
Posteado por j4m3s - 12 de Noviembre 2006 a las 01:00 PMVeo que hoy se ha levantado de buen humor.
Posteado por fettuchini - 12 de Noviembre 2006 a las 01:18 PM¿Ha pensado alguna vez en hacer una peli gore?
Posteado por Céline... - 12 de Noviembre 2006 a las 02:57 PM¿ha pensado alguna vez? ;p
Posteado por patapalo - 12 de Noviembre 2006 a las 03:27 PMRealmente no sé qué es más preocupante, que escribas estas cosas o que a mí me guste tanto leerlas...
¡Bravísimo! Una carnicería magistral :D
Bicos
Posteado por Tuxina - 12 de Noviembre 2006 a las 04:58 PM