Hace unos años, en una de esas tardes de Barcelona que de repente se ponen a diluviar la conocí. Julieta, me dijo que se llamaba, no creo que fuera su verdadero nombre, pero siempre me he dirigido a ella con ese nombre. Así que supongo que en cierta manera ella es Julieta. Entré en aquella cafetería intentando resguardarme de la lluvia, y allí estaba ella sentada en la barra tomándose un cacaolat caliente. Solo había un taburete más libre y era el de su lado, así que me senté y pedí un café con leche, mientras esperaba que amainara. No sé como fue, pero en aquellos días yo no andaba muy fina de ánimos. Bueno es una forma muy interesante de expresar cómo me sentía entonces, cuando el suicidio era una idea tan y tan reconfortante. La lluvia no amainaba, y comencé a impacientarme, fue entonces, supongo que después de la quinta o sexta vez de mirarme el reloj compulsivamente y de pasarme las manos por la cara, cuando ella me sonrío y me dijo no amainará hasta dentro de 40 minutos, tómatelo con calma. Normalmente me hubiera hecho la sorda, los desconocidos me dan miedo, pero su sonrisa me transmitió tranquilidad, y le pregunté cómo podía saber con tanta exactitud lo que iba a durar esa tormenta. Fue a partir de ahí que comenzamos a hablar, y ya hacía mucho que la tormenta había cesado cuando salí de aquel bar y me despedí de ella .
A Julieta cuando era una adolescente le fascinaba la idea de ser inmortal. La idea de mantenerse eternamente joven. Fue en el ímpetu que dan esos años, en que comenzó a devorar todo aquello que estuviera relacionado con la inmortalidad. Novelas, cuentos, mitos, películas, libros,
todas las noches se abandonaba a la noche pensando que no podía haber nada mejor que ser inmortal.
Eterna, indestructible y joven. Los años fueron pasando, y aunque muchas otras inquietudes fueron llenando su vida, aún de vez en cuando, cuando cerraba los ojos pensaba en lo fantástico que sería ser inmortal.
Y después la enfermedad, una larga y dolorosa enfermedad que la tuvo postrada en la cama. Y en aquellos días ya no anhelaba la inmortalidad sino simplemente que esa su mortalidad le durara lo suficiente como par poder envejecer con los suyos.
Tras la enfermedad, una segunda juventud, un volver a disfrutar de la vida, del día a día, de todo aquello que la rodeaba. Y fue entonces, fue entonces cuando lo único que deseaba era vivir un día tras otro cuando logró la inmortalidad. Él se acercó a ella y tras un beso le dio aquel regalo, la inmortalidad.
Aquel hubiera sido el día más feliz de su vida sino fuera porque ahora alcanzaba a saber que significara ser inmortal cuando todos los seres a quienes quieres y aprecias siguen siendo mortales. Uno tras otro fueron muriendo, dejándola cada vez más y más vacía. Hasta que ya solo fue el recipiente de lo que un día fue.
Se lo merece esta Julia. Porque era gili. Mira que no mirar el horario de la p... digo, desear la inmortalidad...
Posteado por Jake - 18 de Diciembre 2006 a las 02:09 AMEse comentario ha sido tan rastrero que nos ha dolido a julieta y a mi.
Posteado por apio - 18 de Diciembre 2006 a las 02:21 AMPara que vea que yo tampoco me leo los posts...
Posteado por Jake - 18 de Diciembre 2006 a las 02:29 AMIgual igual que si te toca la loteria!!!!
Que tu eres rico, pero tus amigos estan todos trabajando...
Pues nada, te buscas amigos ricos y a tomar viento!
..o te los compras!
Que se busque un amigo inmortal, no se... jesús, drácula, Zipi y Zape...
Posteado por goldhands - 18 de Diciembre 2006 a las 01:03 PMSer inmortal es fácil, solo tiene que darte una elfa su colgante hortera, colgante que por cierto venden en muchas tiendas.
Posteado por Squall - 18 de Diciembre 2006 a las 03:12 PMAhora escribes sobre vampiros, veo que te has adentrado en el camino oscuro. Me gusta...
Bicos
Posteado por Tuxina - 18 de Diciembre 2006 a las 05:41 PMPues que busque a algún vampiro. Vida eterna asegurada :)
Posteado por Céline... - 18 de Diciembre 2006 a las 06:49 PMSr. Manosmingitas: ¿Cree que debería poner una anuncio en prensa, como el suyo en clasificados de la vanguaria?.
Sr. Escualo: pues la raspa de la joyería mucha pinta de elfa no tiene, más bien de lefa.
Sra. Toxina: Después de tanto trato con psiquiatras, funcionarios y dentistas era algo inevitable.
Sra. selínea: Hay muchos chupasangres por ahí pero pocos con pedigrí.
Si acaso no lo pongas en "relax"
Posteado por goldhands - 19 de Diciembre 2006 a las 06:37 PM