Pero que lleno está el mundo de rencorosos, ¡maldita sea!
Con lo bonito que es ir sembrando la malrollo y crispación.
Lo que pasa es que hay mucho intrusismo. Y claro, después se ve cada chapuza. Pero la crispación es un oficio artesanal. Que se aprende de muy pequeño y con los años se va alcanzando la maestría.
Así que hoy cuando he visto en menos de 30 minutos a una tipeja (tipeja con toda mi admiración) hacer discutir dos amigos de toda la vida, no me ha quedado más remedio que quitarme el sombrero (en verdad era una gorra marrón muy cuca, por cierto). Si es que las cosas cuando se hacen bien pues son de admirar. Una pena que no tuviera palomitas de maíz. El espectáculo ha sido grandioso. Eso si, si algo me ha quedado claro, es que ha esa tipeja (en le buen sentido de la plabara tipeja) no hay que darle la espalda.
Un Beso para Maite.
PS: Es la última vez que acepto encargos.
Los amigos no discuten, sino que hablan apasionadamente.
Posteado por Jake - 27 de Marzo 2007 a las 01:07 AM