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16 de Mayo 2007

Hambre y prejuicios

Hacía tiempo que no soñaba, si más no, que no me levantaba a media noche. Supongo que por eso recuerdo el sueño de hoy. Pero tranquilos no les voy a hablar de mi sueño. Y no lo hago porque no era sexual, y por tanto no les interesa lo más mínimo. Que ya nos conocemos.

Así que les explicaré la versión distorsionada, pero muy poquito, de lo que me pasó el otro día.

Últimamente tengo mucho tiempo y nunca he sido buena con las grandes cantidades. Así que fuimos a Ikea. Lo sé, prometí no volver a pisar esos pasadizos en mi vida. Pero siempre recuerdo esa promesa cunado ya llevo 20 minutos allí dentro.
Estábamos Francisco y yo (Francisco es mi Sherpa tibetano) en la sección de espacio infinito, cuando nos comenzaron a rugir las tripas. Vale me rugían a mí. Pero como francisco es todo un caballero, iba diciendo que era su estómago el que hacía tal estruendo. Lo iba diciéndolo hasta que la oreja de un segurata comenzó a sangrar.
Después de ofrecerle un algodón para el oído, le preguntamos si sabía “¿ande paraba la cafetería?” El hombre tras taponarse la oreja derecha no oía ya nada. La oreja izquierda estaba ya totalmente perforada. Así que pasó de ponerse un algodón y optó por una barra de acero que le quedaba muy cuca. Todos sabemos que e acero combina muy bien con el azul.
Y como siempre que me entra la hambruna el sentido olfativo de Francisco se agudiza. A mi solo se me agudiza el sentido del ritmo, mi estomago ya estaba en plena batukada. Así que tras unos minutos, unos colchones, dos estanterías y una especie de litera llegamos a la cafetería. Mi gozo en un pozo. Eso pensé yo y eso dijo Francisco.
Allí no había camareras, así que pensé, ostras, que bien un self service, pero que coherentes son estos Suecos-noruegos-Finlandeses-Norcoreanos, si los muebles te los tienes que montar tú…es lógico que la comida… ¡Espera! Cuando pedí un bocata de jamón y un zumo de piña. No esperaba tener que matar al marrano yo misma y subir a la palmera por mi piña.
Francisco por desgracia tampoco se lo esperaba, lo de la piña no le costó nada, es más me hizo un peazo zumo que quitaba el hipo. Pero con el marranito se negaba. ¡Putos sherpas! A quien les manda ser vegetarianos y tener prejuicios con matar animales. Vale que no te los comas tú, pero podrías matarlo para que me lo como yo ¿no? Yo le iba diciendo que pensará que era su suegra. Pero no había forma, aquel cerdo era más agradable que su suegra. Conozco la suegra de mi Serpa, y ahí le tengo que dar la razón. Así que acabé tomándome una napolitana de crema. Por cierto, muy bonito Nápoles.

<__trans phrase="Posted by"> apio <__trans phrase="at"> 16 de Mayo 2007 a las 04:30 AM


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