La princesa está triste ¿qué tendrá la princesa?
Que le llamarán angustias cuando nació no pronosticaba nada bueno. Pero su abuela se llamaba angustias y ya saben eso de la tradición.
Angustias no fue una niña risueña ni alegre, pero ni puta falta que hacía. El mundo estaba lleno de mocosos ruidosos y movidos. Por una que fuera callada y quietecica no se iba a acabar el mundo.
Angustias, era consciente de su falta de alegría, pero también se la sudaba mucho no ganar miss simpatía. Ella ya tenía con llegar a casa a las 8 cada día y acariciar a su gato RONRON mientras veía una peli del videoclub.
Pero un día Angustias se levanto a medía mañana el teléfono la había despertado. Un ¿perdona María que te llame a estas horas? La había sacado de la cama. Por una extraña razón, no pudo volver a dormir. La día siguiente se sentía llena de energías. Tenía dibujada una extraña mueca en la cara. Una sonrisa. Y era insólitamente más cordial con los demás.
La noche siguiente se quedó esperando despierta a que aquel teléfono volviera a sonar. Pero no sonó. Se levanto con la misma apatía que lo había hecho siempre. Y aquel fue otro monótono día. Pero al llegar a casa. El teléfono sonó. Ella se abalanzó hacia él, dejando caer al suelo a RONRON. ¿María?. Y volvió a sentir aquello, esa sensación de ligereza de calidez, alegría. A la mañana siguiente se arreglo más de lo que venía haciendo. Se puso color en los labios. Y volvía atener esa mueca, que no le desagradaba nada, dibujada en la cara.
Le gustaba sentirse así. Quería más. Esa misma tarde al salir de la oficina fue al registro para cambiarse el nombre. Nunca más sería Angustias. Nunca más.
<__trans phrase="Posted by"> apio <__trans phrase="at"> 21 de Noviembre 2007 a las 11:10 PM