Basado en hechos reales ligeramente desvirtuados, ya saben para darle narratividad a la cosa. Si me acabo de inventar esa palabra ¿pasa algo?
Hacía tiempo que no bajaba a mi tierra, al barrio de Sants, y como estaba de vacaciones decidí bajar y envolverme de nostalgia. ¡Oh, mira! en ese banco hice mi primer botellón, en esa portería me tocaron por primera vez una teta, ahí robé mi primer millón de euros (recuerden lo de la narratividad). Vaya, que cuando ya llevaba 10 minutos estaba hasta el coño de Sants y de la gente de Sants.
Pero como dicen los cuentos, camina que caminarás, llegué hasta la frontera chunga con Les Corts (barrio donde me eduqué, eso lo dice todo). Siempre que paso por la frontera me pongo nerviosa, encontrarme un antiguo profesorr, una directora, un compañero pelma, o mi Fürher-dietista.
Efectivamente, me encontré con mi Fürher-dietista. Tierra trágame, mete tripa, no respires, silba, ¿Cómo quieres que silbe haciendo todas esas cosas a la vez, capulla? Tras intentarme fallidamente fusionar con un adorno navideño de uno de los cientos de escaparates de la zona su radar de chicha dio con mis lorzas.
Bueno tras unos cuantos improperios, insultos, escupitajos y una sillita eléctrica (Héctor del Mar va por usted) me ha puesto a dieta severa. Y nada de eso de empiezas mañana, empecé allí mismo, con el llanto debí perdí al menos 50 gramos. Eso y toda la mierda que llevaba en el bolso que me la hizo tirar a la basura, no sin antes cobrarme una pastarada por humillarme.
Ay, como lo echaba de menos.