El detective Maloney de repente se quedó sin palabras y empezó recitar las tablas de multiplicar.
Aja, el viejo truco de recitar las tablas de multiplicar, pero yo no nací ayer Maloney, dijo el acaudalado lord Grimsby.
El detective Maloney dejó de recitar la tabla del cuatro y le miro con dureza. Con la dureza de los hombres que han visto la muerte tantas veces que ya saben que la muerte todos los viernes lleva un bonito Panerai en vez del acostumbrado Tagheuer. Entonces el detective Maloney empezó a hacer malabarismos con cuatro mandarinas del precioso frutero de cristal de lord Grimsy.
Sin duda es cierta su fama del mejor detective de toda Inglaterra, pero se sorprenderá saber que los Grimsby estamos por encima de los malabarismos con mandarinas Lord Grimsby dijo sudoroso y realmente irritado.
El detective lo podría haber dejado ahí, en una simple advertencia. Pero Maloney no era de los tipo que advertían, él era del tipo que recitaba las tablas de multiplicar y después hacía malabarismos con mandarinas. Sí, señor, Maloney era un detective de la vieja escuela. Así que decidió acabar con aquel dichoso caso que le había ocupado las últimas semanas en ese mismo momento. Al fin y al cabo, tenía entradas para ver al Chelsea y quería llegar pronto para coger buenos asientos. Y fue entonces cuando Maloney mostró su mejor baza. Maloney se subió encima de una silla y empezó a imitar el canto de cortejo del búho chico.
lo confieso, lo confieso, yo maté a la señorita Langholm, la maté yo. Amenazaba con decir lo de nuestra aventura a mi esposa y no podía permitirlo, yo la maté, dios. Discutimos, no quería, pero ella se puso histérica, forzajeamos y no sé, no sé, pasó, LA MATÉ, LA MATÉ, Pero por favor dejé ya de cantar como el Búho Chico
Una vez más el detective Maloney había resuelto el caso. La señorita Langholm podía descansar en paz.