Ya de buena mañana me están acojonando. Estaba yo en mi natural estado de zombismo en el metro cuando un señor ha empezado a inquietarme. Ha empezado con el periódico, ahora me pongo, ahora me quito las gafas, ahora acerco, ahora alejo el periódico. Creo que he visto más de 10 variante s de formas de leer el diario. He estado apunto de arrebatarle el puñetero periódico y empezar a leérselo yo misma. Pero he recordado que yo no leo. Y entonces solo me he apartado, ya que para ese señor la lectura es una actividad aeróbica más. Lea y adelgace, que dirían en el DIR.
Después un olor que solo se puede clasificar como hedor ha empezado a inquietar. Esa manía mía de clasificar los olores, me ha llevado a 10 minutos de intenso olfateo, para deducir, que aquel señor olía a madera de sauce ahumada recién orinada. ¿Qué como sé como huele la madera de sauce ahumada recién orinada? Eso es porque en el 2003 hice un cursillo sobre maderas orinadas y plásticos cagados que impartían en la UB (también conocido como Derecho Financiero y Tributario I).
Y ya para acabarlo de adobar, va y se me sienta al lado una monja. En principio no tengo nada contra el crimen organizado. Pero cuando una de ellas se me sienta no puedo parar de desconfiar y agarrar mi bolso bien fuerte. ¡Dios, que grima!