- ¿Qué te ha dicho el médico?
- Que estoy mejor que él.
- ¿El Doctor Strausse no tenía casi setenta años?
- Si, y sigo estando mejor que él.
Sentado en su cama big-king contemplaba como su esposa dormía. En el reloj marcaban las 7:50, en diez minutos toda la casa estaría en píe. Ese marzo harían doce años de casados. Aún no se creía que una mujer con tanta clase había accedido a casarse con un Don nadie como él. Ahora las cosas les iban bien, pero al principio, al principio todo fue tan duro. Sobre todo para ella. Sonrío mientras jugaba con su alianza de casado "para siempre".
Pero ahora lo tenía todo: dos hijos, una casa con valla, un utilitario y su vieja honda en el garaje acumulando polvo. No le temblaba la voz cuando decía que él, él era un tipo feliz. No era un hombre ambicioso, nunca lo fue. Tenía un buen trabajo en una empresa, de esas de toda la vida. Unos buenos vecinos, unos buenos amigos, unos buenos hijos y a ella.
Y todo aquello, todo se había ido por el retrete, no podía mirar a su esposa sabiendo todo lo que había hecho esa misma noche. Besar a sus hijos después de aquella sangría sin sentido. Saludar a sus vecinos con la misma mano ensangrentada que ahora jugaba con su alianza de casado. Simplemente, estaba jodido ¡Oh si, tan jodido!