Me levanté y el brazo izquierdo no estaba allí. Mi hombro si y el resto del cuerpo también, cosa que me tranquilizo levemente.
Nunca antes me había muerto pero esperaba que fuera como las películas, ya saben, un ser incorpóreo envuelto en nubes. Una especie de anuncio de Philadelphia pero sin las arpías de Avon.
Al cabo de una rato una chica vestida de traje chaqueta me trajo el brazo. Lo cogí con la única mano que me quedaba unida al cuerpo y la seguí. Ni una palabra, ¿quizás la chica estuviera ronca? A mi me pasa mucho por las mañanas. Nos paramos ante un ascensor, que juro por dios que no estaba antes ahí. En ese momento me comí mucho la olla, en algunas religiones jurar por dios está mal visto. Ni tres minutos muerta y ya estaba metiendo la pata. Quizás estuviera de suerte y ese no fuera de los dioses que no les gustan que juren en su nombre. A quien estaba intentando engañar. Tenía agarrado mi brazo izquierdo de la mano, suerte no era precisamente lo que estaba teniendo. Por no mencionar el hecho de estar muerta, que tampoco se puede decir que estar muerta hubiera sido un golpe de fortuna.
Más que muerta estaba viviendo Kill Bill, se encontraba en un restaurante chino, acaba de encontrarse con una vieja amiga (que la última vez que la vio fue vestida de novia) y su nombre era Sofie Fatale.
Posteado por Inagotable - 2 de Diciembre 2009 a las 09:40 AM