Siempre me han incomodado los ascensores. Poco espacio, mucho loco y la estadística esa de las narices que se empeñaba en hacerme la vida "interesante" .
No sé porque, supongo que un bagaje cultural católico, me hizo pensar en eso. Si vamos para arriba, bravo, los has engañado, nos hemos clasificado para las finales. Pero si vamos para bajo...¡joder si no he matado a nadie! No, no puedo ir para abajo. No molo tanto. Vale ahora que tengo una de mis extremidades agarrada por otra, pues quizás resulte más interesante. Pero lo del brazo era algo totalmente ajeno a mí.
Las puertas del ascensor se abrieron, y la chica entró. Yo la seguí, observando cada uno de sus movimientos, apretó un botón. Malditos ascensores modernos, sin números en los botones. Las puertas tardaron en cerrarse ¿esperaban más gente? Pero al final las puertas se cerraron. Y entonces en el hilo musical sonó "y que no le digan en la esquina, el venao, el venao, que eso a mi me mortifica, el venao, el venao,...". Entonces la miré con cara de pánico, lágrimas en los ojos y solo pude llegar a decir "pero si yo no he matado nunca ha nadie".
<__trans phrase="Posted by"> apio <__trans phrase="at"> 3 de Diciembre 2009 a las 08:46 AM