Vale queda un poquito para Carnaval. Pero ya empiezan las amenazas de fiestas de disfraces. No me importa disfrazarme. Hasta podría decirse que me gusta. Pero es que el disfraz de "pollico" gigante vale una pasta.
El otro día J me dijo que él iría de fulana. Y a mi se me escapó un "así le puedes pedir la ropa a tu madre" y se lo tomó a mal. ¡Es increíble! Lo susceptible que puede llegar a ser la gente.