Dicen que con los años maduramos. Pero también dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Y yo tengo una amiga llamada Esperanza que tiene un horrible sentido de la orientación.
Ayer mi jefe miró el calendario que tenemos en la cocina donde pone la fecha de nuestro nacimiento. Primero se sorprendió que fuera la única nacida en la década de los ochenta. A mi me sorprendió que tuviera tan nítida la década de los ochenta. No porque haga ya tanto tiempo que pasó sino porque está mayor y ya se sabe eso de la memoria...
Tras hablar de lo bueno y lo malo de la década de los ochenta, cayó en al cuenta que en un par de años entraré en la treintena. Entonces comenzaron con lo de que me haría vieja. ¡Plof! 30 años: arrugas, verrugas, canas y perdidas de orina.
Y por su puesto la madurez. Maduraré de golpe, y no a golpes como siempre pronosticó mi madre. Así que si de aquí a unos años entran aquí, y esto aún está, y ven un blog que habla de la situación socio-económica del mundo, no se extrañen, es que soy madura. Y si realmente hablo de eso seré madura y aburrida.
Joer, ¡qué vieja es! Como no pesque a alguien rápido, se le va a pasar el arroz.
Posteado por Jake - 3 de Febrero 2010 a las 05:19 PM