Nunca olvidaré las primeras navidades en casa de la abuela Victoría. Yo tenía siete años y mis hermanos cinco y dos. Siempre pasábamos las vacaciones de Navidad en nuestra casa o en casa de los padres de mamá. La abuela Victoria vivía en España y nos hacía muchas visitas, por lo que hasta entonces nunca habíamos ido nosotros a visitarla. Pero aquellas navidades mi madre se peleó con su madre y para darle por culo nos fuimos de vacaciones a casa de la abuela Victoria y de Paco. Fueron unas navidades geniales, la abuela nos dejaba hacer lo que queríamos y nos llevaba a sitios superchulos. Nada de circos, títeres , jardines o la iglesia. Fue la primera Navidad que no fui a misa. Lo cierto es que estaba bastante asustada, pensaba que el niño Jesús se enfadaría conmigo y no me triaría ningún regalo. Pero hubieron regalos.
La noche de Navidad montamos una acampada improvisada en el salón. Todo el suelo lleno de cojines, mantas, almohadones y sacos de dormir. Paco encendió la chimenea y nos preparó unas palomitas de maíz riquísimas. Estando todos ahí enfrascados en nuestras improvisada acampada mi hermano mediano Benjamín se desmarcó pidiéndole a la abuela que nos contara un cuento. Como habéis podido deducir la llegada de mi hermano pequeño Noel no estaba del todo programada. Cosa que siempre nos ha hecho mucha gracia a todos, menos a Noel, claro está.
Pero volviendo a la historia, fue entonces cuando por primera vez me di cuenta que la abuela Victoria no era como las demás abuelas.
- abuela, abuela, cuéntanos un cuento.
- ¿qué?
- La abuela Carmeta nos cuenta siempre un cuento antes de irnos a dormir.
- Ya, bueno, es que yo no tengo cuentos. ¿Y si os pongo un documental de esos de animales? Paco se queda frito.
- ¡Abuela! Un cuento. Todas las abuelas saben cuentos.
- Las abuelas republicanas también?
- Sí, abuela, ¡todas! Venga cuéntanos un cuento.¡Un cuento!, ¡Un cuento!,¡Un cuento!
- Vale, vale, no me calentéis la cabeza, a ver que tengo por aquí (la abuela comienza a rebuscar por los cajones en búsqueda de algún cuento)
- ¡abuela! El cuento! ¡Que nos dormimos!
- ¿No es esa la idea?
- ¡cuento!,¡cuento!,¡cuento!¡cuento!,¡cuento!
- ¡planificación familiar!, ¡planificación familiar!,¡planificación familiar!,¡planificación familiar!
- Por faaaaaaa
- vale, vale, nade de pucheritos, que no los soporto, este mismo, ¿os parece bién?
- Siiiiiiiiiiiiiiiiii
- Yo os lo cuento y vosotros os dormís ¿trato hecho? Vuestro padre no era tan complicado. ¿seguro que no preferís un vaso de colacao?
-¡abela quento!
- Muy bien. La joven Diana recordaba cuando siendo aún joven fue raptada por un broncíneo truhán cuyos musculosos brazos la abrazaban con pasión desbordada y de cuyo nombre solo osaba pronunciar en sueños. Sus piernas sudorosas se separaron lentamente mientras la brisa del mar le traía a la memoria los recuerdo de aquel olor a macho encabritado cuya pasión casi animal parecía nunca saciar. Creyó notar sus labios ardientes que recorrían con lujuria todo su cuerpo robándole todos y cada uno de los suspiros que su joven y terso cuerpo podía emitir. Sus pechos se endurecieron como rocas al...
- ¡Pero abuela que le está leyendo usted a los críos!
- Un cuento, lo que me han pedido.
- Abuela eso es una novela rosa, los crios se referían, no sé, algo como el patito feo, la cenicienta, los tres cerditos,...
- Ya les dije que no tenía cuentos.
- Y no podías, no sé yo, ¿habértelo inventado? Y tú no le vas a decir nada, es tu madre.
- Y jamás le pedí que me contara un cuento. Aún recuerdo cuando le pedí que me cantara una nana.
- Te encantaba esa nana
- era la cabra, mamá.
- Pero te encantaba.
- Abuela sigue con el cuento, queremos el cuento!
- Anda , mamá, que las hecho buena.
- Son tus hijos, cuéntales tu el cuento.
- Y la joven Diana y el pirata se reencontraron, se casaron, fueron felices y comieron perdices. Fin. Y ahora todo el mundo a dormir.
- Está claro chica que no te casate con mi hijo por su gran imaginación. Supongo que fue por lo mismo por lo que Diana se casó con el pirata.
- ¡¡¡¡¡Mamá!!!!
- ¿Mami por que se casó Diana con el pirata?
- Por amor, cielo, por amor. Y ahora a dormir que sino mañana no os traerá regalos el niño Jesús.
- Las primeras y últimas navidades que pasamos en casa de tu madre.
- Mujer, no digas eso, la próxima vez, ya les traeremos cuentos. Si los niños la adoran. Mamá cuando los retacos estén dormidoa me acabarás de leer a mí el cuento.jejejeje
- ya eres muy grande tú para cuentos, anda y vete a dormir.
- ¡sois tal para cual!
- ¿se ha enfadado?
- si, me temo que a mi el niño Jesús no me va a traer regalos esta noche.
A mi me parece bien el cuento. Uno tiene que ir preparando a sus hijos para el futuro. Que nadie quiere que lleguen a los 14 y se queden preñadas por culpa del Jona.
Posteado por Jake - 6 de Abril 2010 a las 07:58 AMPero que gran abuela... Aunque yo no me puedo quejar, puedo presumir de tener un gran abuelo ateo que me hacía reir a más no poder con historias de curas y oraciones modificadas.
Un bico
Posteado por Tuxina - 6 de Abril 2010 a las 01:16 PMHemos de comenzar a desterrar a la abuela que vive sola y hace calceta de nuestros cuentos.
Posteado por apio - 6 de Abril 2010 a las 02:45 PM