Cuando era retaco y llevaba una bata con mi nombre bordadito en el colegio solía berrear una canción que decía algo así "cuanto más te conozco, mucho más me gusta tu perro".
Aunque parezca mentira no era una canción que hablara de la zoofilia. No, damas y caballeros. Hablaba de las relaciones de pareja. Tonta de mí, pensé durante muchísimo tiempo que era el primer himno zoofílico de la historia.
Y solo al llegar a la madurez y con ello a la tolerancia cero y a "esas cosas mías" que comencé a pensar que no, que esa canción que berreaba en mi infancia quizás fuera más profunda de lo que parecía.
Y a los que hace 10 años toleraba hoy me parecen unos auténticos subnormales que deberían hacernos un favor a todos y volarse la tapa de los sesos. No porque hayan empeorado con los años, sino porque con los años los he ido conociendo mejor. Y ya les digo que el síndrome de Estocolmo no dura eternamente. Alicia pasó un buen rato en el país de las Maravillas pero acabó pirándoselas con viento fresco.
Y es que es cierto con algunas personas, cuanto más las conoces más aprecias a su perro. Y por si no lo sabían, soy alérgica a los perros y me dan pánico los chuchos.
¡Y Que tengan un buen día! Yo lo pienso tener.