- Así que puedes ver fantasmas.
- Si.
- ¡Guau! ¡Mola! rollo niño del sexto sentido.
- Si me dieran un centavo por cada vez que me han dicho eso, ahora tendría 73 dólares y 26 centavos.
- ¿Por qué en dólares?
- Porque a parte de ver fantasmas, también veo muchas pelis yankis.
- ¿Y qué tal lo llevas?
- Bien, los problemas lo tengo con los vivos. Sobretodo con los gilipollas.
- Vale, nena, esconde tus uñas. ¿y les has sacado provecho a tu don?
- Lo cierto es que no. La gente no cambia por el hecho de estar muerta. Así que con el tiempo he acabado por ignorarlos. Los veo, los oigo, pero ni caso.
- Vaya, entonces como yo con mi vieja.
- Si
- ¿no quieres saber que puedo hacer yo?
- Lo cierto es que no me interesa mucho.
- Yo puedo doblegar voluntades
- ¿en serio?
- No, solo estaba faroleando.
- Ya me parecía a mí ¿y que es lo que puedes hacer tú?
- Ahora te interesa ¿verdad? Pues ahora no te lo digo
- Vale
- De acuerdo, de acuerdo, te lo diré. Tengo el azar de mi lado.
- ¿Perdón?
- Si, soy bueno en todo aquello en que intervenga la suerte, el azar, la potra, la fortuna, la chiripa,...
- Vale, vale, lo capto.
- Pero debo de estar resfriado o algo.
- ¿porque?
- Porque llevo más de 20 minutos intentando ligar contigo y no hay suerte.
- Eso es porque no es suerte lo que tú necesitas.
- ¿A no?
- No, lo que un tío como tú necesita, para ligarse una tía como yo, es un milagro.
- Vaya puta mierda, cuando me reclutaron me dijeron que ligaría un montón.
- A mi también me lo dijeron.
- ¿en serio?
- Por supuesto, salir con una pava que ve todo el rato peña muerta les pone un montón a los tíos.
- Así que tú tampoco te comes un colín.
- Estoy casada, tampoco.