Cuando veas los alabastros volar pon tus barbas a remojar.
Y me quedé tan ancha, no por citar mal un refrán, eso lo hago siempre. Sino porque volví a confundir los alabastros con los albatros.
Es un típico error que provoca muchas risas, sobretodo cuando vamos al zoo. Tenéis que verme dándole miguitas de pan a las encimeras de los lavabos mientras digo "titas titas titas".
Poder, es que se parecen tanto. Que no soy yo científico (¿o era dentífrico?) o algo así para poder hacer tales distinciones.
Bueno, cuidado con los alabastros que son muy traicioneros.