Ayer fue último día que entro en el bar donde iba a veces a tomar una caña después del gimnasio. Si, después del gimnasio necesito una cervecita fresca. El gimnasio me hace sentir sucia. Físicamente lo soluciono con una buena ducha. ¿Pero por dentro? Por dentro solo el alcohol logra quemar esa suciedad espiritual.
Últimamente cada vez que iba uno de los camareros (camarero viejo verde con pelo graso, vaya el camarero de bareto de toda la vida) me decía lo que el entiende por líndeces. Lo tengo repetido mil veces. Los piropos solo es cosa del sector de la construcción .Ellos son profesionales, no lo hagan en sus casas.
Ayer fue un mal día, así que aquella caña era como mi forma de romper con todas las tocaditas de narices que había tenido. Cuando el muy gilipollas me trae la cerveza y me dice "¿Donde has puesto el escote de ayer? niña. Uno que espera hasta la tarde para alegrarse la vista con los escotes que me llevas, y hoy me vienes toda recatadita".
Me bebí la cerveza de un trago. Si, mal hecho, después en casa acabé vomitándola. ¡Cabrón! Y el dije en voz alta y clara. "Llevo una semana sin cagar así que no me toques los cojones, gilipollas". Dejé el euro y medio en el mostrador y me largué.
Y esta tarde cuando salga del gimnasio y me apetezca tanto mi cervecita fresca, tendré que joderme, porque después de eso yo ya no entro más.
no hay como volver y decir, era uno de esos días... (vaya artista capullo el tocayo mio ese por cierto) o te buscas otro bareto con jarra helada y menos camareros ostiables.
Posteado por Sainthropee - 1 de Julio 2011 a las 01:44 PM