Y me sigo formando para ser el representante de los trabajadores que mis compañeros merecen. Tómese como se quiera tomar esa frase.
La gente del curso está bien, pero cometí el craso error de sentarme el primer día al lado de una chica que parecía maja. No es cierto, a simple vista no sé si una persona es maja o no, llegué tarde y no había otro sitio.
La chica se pasa las 7 horas hablando mierdas de sus jefes y de su empresa. Hasta aquí todo correcto. Es humana y mileurista. Pero es una quilla de cuidado y se ha aprendido 4 frases hechas más o menos graciosas, y las suelta todo el rato. Es como aquel lorito que le enseñas a decir "tu madre grita de placer cuando la voy a ver". Al principio te descojona, pero al cabo de unos días te cargas al loro, por cansino y por dejar la casa de tu madre llena de guano.
Así que ayer probé sentándome en otro sitio. Pero la chica me llamó la atención "apio, apio, te he guardado sitio". Y claro, la puta educación que mis padres (como me recuerdan constantemente) me pagaron, me impidió sentarme donde planeaba y acabé pasándome otra vez 7 horas al lado de una teleoperadora de venti-pocos cuya mayor aspiración en la vida es llegar a ser una ama de casa cincuentona con un doctorado con honores en el papel couché.